La trufa, un hongo apreciado en la alta cocina por su aroma y sabor únicos, está rodeada de mitos y leyendas. Algunos de estos mitos pueden estar obstaculizando nuestra verdadera apreciación y entendimiento de este ingrediente gastronómico. En esta publicación, desacreditaremos algunos mitos comunes sobre el diamante negro de la gastronomía.
Mito: La trufa es un lujo para gente rica.
Uno de los mitos más comunes es que las trufas son un lujo reservado para los ricos. Si bien es cierto que ciertas variedades de trufas, como la trufa blanca de Alba, pueden ser extremadamente caras, (al rededor de $150 mil pesos el kilogramo) hay muchas otras variedades más accesibles.
Realidad: Aunque la trufa fresca es un ingrediente caro, se puede utilizar pequeñas cantidades para dar sabor y aroma a los platos; además estamos justamente en la temporada de trufa de verano, la cual es la trufa más asequible del mercado. Sumado a esto queremos recalcar que no es necesario comprar trufa fresca de gran tamaño para poder degustarla con 40 gramos son suficientes para una cena para 2 a 4 personas. También existen opciones más asequibles como la trufa en conserva.
Mito: Las trufas son afrodisíacas
Otra creencia popular es que las trufas son afrodisíacas. Si bien muchos alimentos se han atribuido con esta cualidad a lo largo de la historia, no hay ninguna evidencia científica que respalde esta afirmación sobre las trufas.
Realidad: Este mito probablemente se originó debido a su rareza y al hecho de que son difíciles de encontrar, lo que los hace parecer más deseables.
Mito: La trufa solo se puede usar en platos de alta cocina
Si bien la trufa negra es un ingrediente popular en la alta cocina, también se puede utilizar en una amplia variedad de platos y estilos de cocina. Desde pastas y pizzas hasta ensaladas y carnes, la trufa negra fresca puede agregar un sabor único y sofisticado a casi cualquier plato.
Mito: Las trufas de cultivo no son tan buenas como las silvestres
El último mito que discutiremos es la idea de que las trufas cultivadas no son tan buenas como las silvestres. Si bien es cierto que las trufas silvestres tienen un sabor y aroma únicos debido a su terroir, las trufas cultivadas también son de alta calidad. De hecho, muchas trufas que se encuentran en los restaurantes son de cultivo, ya que la demanda de trufas supera con creces la oferta de trufas silvestres.
Para concluir, la trufa es un hongo fascinante que ha capturado la imaginación de los gourmets y sibaritas durante siglos. A pesar de los mitos y las ideas erróneas, las trufas siguen siendo un ingrediente apreciado en la cocina. Al entender la verdad detrás de estos mitos, podemos apreciar aún más este regalo culinario de la naturaleza.